9 de marzo de 2006

El futuro fue ayer

Me ha parecido realmente inspirador el artículo El futuro fue ayer de Jesús Vega en Expansión & Empleo. Una lectura muy recomendable, cuyos cuatro párrafos centrales reproduzco a continuación:

Todos los días nos levantamos llenos de buenos propósitos. Casi todas las noches nos acostamos frustrados por no haber llevado a cabo siquiera una pequeña parte de los mismos. Y al mismo tiempo admiramos a aquellos que sí han podido cumplir con una parte importante de sus expectativas. Pero si contemplamos a estas personas, sin prejuicios pero sin desorbitadas admiraciones, nos daremos cuenta de que en realidad no son tan diferentes a nosotros. Que su inteligencia, preparación o capacidad de trabajo no es muy superior a la nuestra. No obstante, ellos parecen estar como tocados por una mágica varita mientras que nosotros tenemos la sensación de que si viene el hada madrina nos tocará más bien con un ladrillo.

¿Dónde está la diferencia? Efectivamente, algunas personas confían sus deseos a sucesos vinculados al mañana. Sucesos que no manejamos y que muchas veces ni siquiera sabemos cómo se van a producir. Me va a tocar la lotería, se va a ir mi jefe y me van a promocionar, mis hijos se darán cuenta de mis esfuerzos y me volverán a hacer caso, me jubilaré y tendré el tiempo para aprender a jugar al golf. Mañana. Mañana…

Otras personas, no. Deciden pasar a la acción. Para ellas, el futuro fue ayer, cuando dieron el primer paso. Y ello no significa que darlo sea garantía de llegar a la meta. No. Ni para ellos ni para nadie. Sólo significa que ya estas más cerca, que estás en acción, que te haces más fuerte porque lo estás intentando y nadie podrá acusarte de que no lo has hecho. Sobre todo la persona a la que debes respetar más, tú mismo.

Se trata, pues, de invertir en la construcción de tu futuro. Pasando a la acción. Eliminando los impedimentos que nos impiden avanzar. Reconociendo que no lo hacemos por pereza sino por miedo al fracaso. Teniendo la sabiduría para convencernos de que perdemos más cuando no lo intentamos que cuando no lo conseguimos. Con el único límite de la prudencia y siempre que ésta no estrangule a su prima lejana, la iniciativa. Y dirigiendo la energía que antes dedicábamos a las excusas a aplicarla a la acción.

Etiquetas:

0 Comentarios:

Publicar un comentario